...Y la esfinge de Giza cobró vida.
Se levantó, haciendo crujir sus milenarias articulaciones. Lanzó un rugido que hizo temblar a las pirámides y, de un zarpazo, le arrebató la vida a cientos de turistas.
Estaba terriblemente hambrienta, nerviosa y enfadada, después de haber soportado durante decenas de siglos el ser la gran prisionera de las arenas.
Avanzó sobre la ciudad de El Cairo, arrasando todo a su paso, cercenando incontables vidas aleatoriamente, descubriendo al padre de todos los horrores, mientras buscaba hasta en el más mínimo rincón a aquellos antiguos dioses que la habían condenado. Los muy cobardes huyeron hace ya tiempo, temiendo su despertar.
Se levantó, haciendo crujir sus milenarias articulaciones. Lanzó un rugido que hizo temblar a las pirámides y, de un zarpazo, le arrebató la vida a cientos de turistas.
Estaba terriblemente hambrienta, nerviosa y enfadada, después de haber soportado durante decenas de siglos el ser la gran prisionera de las arenas.
Avanzó sobre la ciudad de El Cairo, arrasando todo a su paso, cercenando incontables vidas aleatoriamente, descubriendo al padre de todos los horrores, mientras buscaba hasta en el más mínimo rincón a aquellos antiguos dioses que la habían condenado. Los muy cobardes huyeron hace ya tiempo, temiendo su despertar.
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